sábado, 15 de enero de 2011

Caída del muro

El 9 de noviembre de 1989, de forma inesperada, se abrieron las puertas del Muro de Berlín ante los ojos atónitos de todo el mundo. 
Los berlineses de la zona oriental, sin poder creérselo, irrumpieron en las calles de la zona occidental que hasta entonces les había estado vetada.
Sus vecinos del oeste, sumados a la fiesta, se lanzaron a picar el Muro con lo que tenían a mano, mientras Rostropovitch amenizaba con su violonchelo aquel momento histórico.
El Muro de Berlín había sido durante décadas el testigo mudo y cruel de la Guerra Fría. Un telón de hormigón y alambres de espino, sembrado de torres vigía y nidos de ametralladoras, que recorría el continente de norte a sur, separando a la Europa occidental de la comunista, y que se había cobrado la vida de innumerables ciudadanos del Este que intentaban pasar a Occidente. 
Aquel 9 de noviembre de 1989 todo aquello llegaba a su fin. Era el broche final a la Guerra Fría, un proceso que había iniciado Gorbachov en la Unión Soviética con su perestroika y que se había extendido como un aire de libertad por toda la Europa del Este. 
La República Democrática de Alemania, que se había resistido a los nuevos tiempos, finalmente se desmoronó como un castillo de naipes ante el empuje de sus ciudadanos que, habiéndole perdido el miedo a la temible policía política del régimen comunista,  salieron a la calle gritando libertad.


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